Patricia Campari: la lideresa asháninka que busca empoderar a las mujeres de su comunidad
mayo 27, 2023
Patricia Alania Campari es subjefa de la Comunidad Nativa Las Golondrinas, ubicada en la provincia y distrito de Puerto Inca, región de Huánuco. Además, es tesorera del ECOSIRA (Ejecutor del Contrato de Administración de la Reserva Comunal El Sira). Su comunidad acaba de firmar un acuerdo de conservación junto a la Asociación Nacional de Ejecutores de Contratos de Administración de las Reservas Comunales del Perú (ANECAP), el ECOSIRA y Conservación Internacional para fortalecer las capacidades organizativas y productivas de las mujeres asháninkas.
La historia de la Comunidad Nativa de Las Golondrinas, al igual que la especie de ave que da origen a su nombre, es una de migración. Esta comunidad se empezó a poblar debido a desintegración de asentamientos asháninkas por conflictos internos territoriales, que originó el nacimiento de la comunidad sea forzoso y violento.
“Mis abuelos vinieron de Ucayali, después subieron a Puerto Bermúdez, luego a Puerto Inca. Mi abuelita me contó que por antiguos enfrentamientos violentos entre asháninkas, mataban a los padres y madres”, recuerda Patricia, lideresa asháninka cuya familia fundó la comunidad que ahora ella lidera.
Patricia agrega que dicho conflicto pasado produjo en las propias familias asháninkas un miedo por reconocerse indígena. “Yo crecí con mi mamá y mi familia, pero ellos nunca me dijeron de dónde vengo, nunca me dijeron si yo era asháninka. Hasta nos avergonzábamos de que nos vea la gente. Recién en el 2015, cuando los profesores bilingües llegaron, ahí recién me di cuenta de que era parte de un pueblo originario”, reveló la lideresa.
Es cierto que su familia no le había dicho que era asháninka, pero eso no quiso decir que su madre desconociera los saberes indígenas. “Mi madre hacía las cushmas, hacía las escobas, las canastas, también los cultivaba vegetales nativos. Nosotros no comprábamos pastillas para la salud, cuando estábamos enfermos nos curábamos con medicina natural. Los adultos nos contaban sus historias sobre nuestro pueblo”, dice Patricia Campari.
Patricia fue consciente de su identidad asháninka a sus 15 años, y desde ese momento se dedicó completamente a promover actividades que recuperen y refuercen el ser indígena en su comunidad, no solo por amor a su cultura, sino para encontrar nuevas formas que permitan ingresos económicos a las familias locales, en especial a las mujeres ya que desde pequeña ella vivió cómo las familias formaban a los hombres en habilidades para trabajar, mientras que a la mujer la mantenían al margen en las tareas domésticas.
Las Golondrinas: entre el arte y el turismo
En la Comunidad Nativa de Las Golondrinas, gracias al liderazgo de Patricia y de su madre, se han establecido asociaciones de arte, confección y turismo que generan actividades económicas.
“Mi mamá, de 49 años es la señora Livia Campari Cabello y tiene un emprendimiento de artesanía. Las participantes mujeres tejen con sus manos, amarran el hilo a la cintura y tejen”, relata Patricia, quien acogió el emprendimiento de su madre y lo hizo crecer poco a poco. Para iniciar su emprendimiento, fue consiguiendo pequeños fondos de diversas instituciones públicas y privadas. Llegó a conseguir una máquina de coser que es a pedal y algunas telas, pero aún falta mucho.
“Queríamos en ese entonces elaborar telares y nuestras ropas ancestrales. Pero solo nos entregaron la máquina de coser, no nos capacitaron en cómo utilizarla”, señala la lideresa. La agremiación de mujeres artesanas, que se llama Mujeres Trabajadoras Asháninkas, ya está reconocida por el Estado peruano. “Ya tenemos nuestra organización en registros públicos”, agrega Campari.
También existe una asociación de turismo, en la cual Patricia Campari tiene el cargo de Secretaria, y a pesar de estar también inscrita y formalizada, le falta financiamiento. Pero Patricia se emociona al describir el potencial turístico de su comunidad. "Existen cataratas, pinturas rupestres, collpas donde se pueden observar animales que ingresan para tomar agua. ¡Vemos al paujil con la cresta azul!”, exclama con entusiasmo.
“Lo que tenemos que hacer es buscar financiamiento para la carretera, necesitamos una carretera adecuada para que los turistas ingresen; un hotel grande; también un restaurante, porque los turistas quieren comidas especiales; debemos limpiar, arreglar y señalizar todo. Capacitaciones para tratar profesionalmente a los turistas”, se proyecta Patricia Campari.
El acuerdo de conservación
Patricia Campari es responsable también de que su comunidad cuente con un acuerdo de conservación gracias al apoyo de la Asociación Nacional de Ejecutores de Contratos de Administración de las Reservas Comunales del Perú (ANECAP), y Conservación Internacional.
“Yo lancé la propuesta, como mujer y como líder, y salí ganadora”, dice orgullosa Patricia. Ella ya tiene todo en mente para comenzar a ejecutar las mejoras en su comunidad. Primero, señala, serán más máquinas de coser para abarcar la demanda de producción. Para las artesanas, se necesita adquirir una especie de máquina de bisutería para realizar orificios en las semillas naturales.
“Estamos considerando más capacitaciones a las mujeres líderes. En nuestras comunidades difícilmente llegan las capacitaciones sobre derechos de las mujeres. Necesitamos apoyo porque hay hombres que creen que las mujeres solo sirven para la casa, pero todos somos iguales. Las mujeres y los hombres tenemos manos”, enfatiza Patricia.
La lideresa tiene como meta posicionar a la cultura asháninka en la mente de los peruanos, y del mundo. Ocho mujeres están actualmente activas en la agremiación Mujeres Trabajadoras Asháninkas. Seguirán creciendo. Además de dejar un mundo mejor para las nuevas generaciones, Patricia confía en que “de aquí a 5 años, las mujeres saldrán adelante, pese a los hombres que las discriminan”.
Programa de Mujeres Indígenas de la Amazonía
Patricia es una de las becarias del Programa de Mujeres Indígenas de la Amazonía que busca potenciar el liderazgo de mujeres indígenas amazónicas a través del desarrollo de competencias, construyendo espacios de intercambio y diálogo, e impulsando redes que consoliden la conservación y mejoren los niveles de vida en las comunidades.
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