El futuro de las 5 millas y de la nueva reserva Mar Tropical de Grau
junio 3, 2024
Hace veinte años, pocos sabían que en Perú se podían ver tortugas marinas y ballenas jorobadas. Gracias a empresas pioneras y el involucramiento de comunidades dedicadas a la pesca responsable como la de El Ñuro, esto ha cambiado para bien. Hoy a quien visite la bella caleta de Los Órganos o la concurrida Máncora, se le ofrecen tours para ver ballenas jorobadas y tortugas marinas.
El ecoturismo, que tiene como una de sus opciones al avistamiento de animales silvestres se ha convertido en una industria en crecimiento a nivel mundial. El ecoturismo crecerá en 12% entre 2024 y 2032* y uno de los pilares de esta industria, son las áreas naturales protegidas. Por ser las joyas naturales de un país, en ellas se imponen condiciones especiales para garantizar el cuidado de los ecosistemas y las especies que los habitan.
En el norte del Perú, hace catorce años, comunidades costeras, investigadores y empresas vinculadas al turismo solicitaron la creación de la primera área protegida en el mar tropical peruano. Luego de varios intentos, finalmente el pasado 24 de abril se creó la Reserva Nacional Mar Tropical de Grau, que incluye cuatro sectores: la Isla Foca, los arrecifes de Punta Sal, las primeras cinco millas frente a Cabo Blanco y El Ñuro, y el banco de Máncora. Existe amplia evidencia científica sobre cómo las áreas marinas protegidas en zonas costeras ayudan a recuperar bancos naturales así como las poblaciones de peces y mariscos, generando un efecto de desborde para que los pescadores aumenten sus capturas a largo plazo en las zonas aledañas.
En comunidades vecinas a la recién creada Reserva Mar Tropical los mismos pescadores también se esfuerzan por promover la sostenibilidad de sus pesquerías costeras. La comunidad de Punta Mero es uno de estos casos, con quienes Conservación Internacional comenzó a trabajar para generar un plan de monitoreo de los ámbitos de pesca, registrando las especies, tallas y cantidades capturadas por los pescadores, con el fin de generar información que optimice sus faenas, a la vez que se busca reducir su impacto a los ecosistemas marinos.
En comunidades como Punta Mero, vecina a la recién creada Reserva Mar Tropical de Grau, que, por iniciativa propia, sus pescadores también se esfuerzan por promover la sostenibilidad de sus pesquerías costeras. Conservación Internacional comenzó a trabajar con esta comunidad para generar un plan de monitoreo de los ámbitos de pesca, registrando las especies, tallas y cantidades capturadas por los pescadores, con el fin de generar información que optimice sus faenas, y a la vez, reduzca el impacto a los ecosistemas.
Con esta experiencia de monitoreo de capturas, liderado por las mujeres de la comunidad, se está aterrizando un segundo piloto para explorar el reemplazo de redes de pesca por artes más selectivas, y reducir las capturas accidentales de especies amenazadas. Este trabajo conjunto no solo representa una gran oportunidad para la comunidad, sino que también los involucra en la protección del Mar Tropical de Grau, un área compartida con tiburones ballena, ballenas jorobadas y tortugas marinas.
«Las zonas marinas protegidas que trabajan con las comunidades locales son más eficaces, y punto», afirmó Cynthia Céspedes, gerente del programa marino de Conservación Internacional Perú. «Estas protecciones, suman a que la región mantenga poblaciones de peces sanas para las generaciones venideras».
En otras comundiades como El Ñuro y Cabo Blanco, usan embarcaciones a vela para navegar y curricán y pinta con anzuelos para pescar, prácticas que han sido declaradas como patrimonio cultural de la nación. Sin embargo, las aguas que tradicionalmente han usado y que hoy son parte de la Reserva Mar Tropical de Grau, están amenazadas por el ingreso ilegal de embarcaciones de arrastre, que, en búsqueda de langostinos, destruyen los fondos marinos a su paso y capturan diversas especies de manera incidental, muchas por debajo de sus tallas mínimas, evitando que puedan reproducirse y garantizar la salud de su población. Asimismo, a veces a bordo de balsillas y botes a remo, deben competir en condiciones de inequidad con embarcaciones con redes de cerco o boliches que tienen mayor poder de pesca, y cuando llegan a puerto ven los precios distorsionados por la sobreoferta que generan las cerqueras.
Los pescadores artesanales de estas caletas han saludado e impulsado la creación de la Reserva Mar Tropical, de la misma manera como lo hicieron con la Ley de Pesca Ancestral, aprobada en 2023 y que marcó un hito al establecer que las embarcaciones de cerco deben pescar a partir de la tercera milla, para no competir con artes de pesca más selectivas y amigables con los ecosistemas. Una medida de orden básica para que reine la paz y la pesca sostenible en nuestras cinco millas pero que lamentablemente está siendo amenazada por un proyecto de ley que promueve eliminar esta regulación y permitir que la pesca de arrastre pueda darse en las primeras millas, medida que de ser aprobada generará conflictos y sobreexplotación pesquera a lo largo del Mar de Grau.
Definir reglas claras para un mejor manejo pesquero en las primeras millas al interior de las áreas marinas protegidas es urgente y necesario. El futuro de miles de familias de pescadores, hoteles y restaurantes, empresas de turismo, ballenas y tortugas, está en riesgo.
*Dato de IMARC Group